Ciudades abiertas gestionadas con transparencia.

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Los conceptos Smart City e Internet de las cosas van de la mano. Una ciudad inteligente sabe aplicar los beneficios de las tecnologías en la mejora de la gestión de la ciudad.  El IoT permite acercar el conocimiento del estado de los diferentes servicios prestados por la ciudad a su gestión, con inmediatez y facilitando el acceso a información en tiempo real. Todo ello favorece una mejor toma de decisiones acorde a datos. El papel de los sensores inteligentes es clave para la mejora continua en la prestación de servicios en una ciudad como, entre otros, la iluminación, los sistemas de riego, la recogida de residuos, la seguridad, movilidad  etc.

Y toda esta nueva infraestructura es revisada y analizada a través de plataformas de monitorización, gestión, explotación y visualización de datos.  El despliegue de sensores y la posibilidad de poder contar con información en tiempo real es clave para una gestión eficiente de ciudad, pero unido a una monitorización que controle el estado de la infraestructura, tanto a nivel de salud como de seguridad.

Porque, un apartado estratégico en la gestión inteligente de las ciudades es el de la seguridad, que se ha de contemplar desde el diseño del proyecto. El despliegue de sensores debe  observar los requerimientos de la estrategia de seguridad que marca el Esquema Nacional de Seguridad. Se han de revisar todos los puntos que pueden comprometer la confidencialidad, autenticidad o disponibilidad de la información, evitando de igual forma cualquier control no autorizado del sensor o de la información que maneja. De igual manera, se deberá dotar de una gestión de la seguridad de estas infraestructuras.

Como no podía ser de otra manera, las ciudades de nuestro país están trabajando para mejorar su gestión y prestación de servicios digitales a los ciudadanos, en definitiva ser más “inteligentes”. Una de las iniciativas en la que se trabaja para mejorar la eficiencia de las infraestructuras, los servicios urbanos, la reducción del gasto público y la mejora de la calidad de los servicios y de sus ciudadanos es la Red Española de Ciudades Inteligente (RECI). La conforman más de ochenta ciudades que están aplicando nuevas tecnologías en la mejora de los servicios públicos, incorporando sensores y dispositivos de control y medida.

Las distintas Agendas Digitales constituyen uno de los pilares para la mejora de la calidad de vida de los ciudadanos: las dos convocatorias de Ciudades Inteligentes (en donde GMV lidera uno de sus proyectos, Ciudades Abiertas: Plataforma de Gobierno Abierto, Colaborativo e Interoperable) la llamada de Islas inteligentes, o el Plan Nacional de Territorios inteligentes (vertebrado en proyectos de destinos inteligentes, edificios inteligentes y proyectos piloto 5G) dan continuidad a una estrategia nacional para implantar el concepto de ciudad inteligente en nuestro país.

La clave: los datos.

A día de hoy tenemos desplegado una amplia red de sensores y dispositivos, pero es necesario contar con las herramientas necesarias para explotar todos los datos que se generan  y poder extraer evidencia que ayude a tomar decisiones para la mejora de la gestión en la ciudad. La analítica de estos datos es crucial, nos ayudará a identificar cuáles son los problemas o puntos de mejora de nuestra ciudad, inclusive a poder cruzar datos entre diferentes servicios que nos permitan identificar comportamientos o tendencias de nuestros ciudadanos. Saber aplicar inteligencia a estos datos permitirá introducir mejoras en los servicios digitales de la ciudad.

Para ello, además de contar con los profesionales funcionales de los servicios públicos (pieza fundamental en el conocimiento de una ciudad) es imprescindible disponer de  equipos cualificados en este tipo de tecnologías de analítica y explotación de los datos.

Se están dando pasos, los proyectos están ahí, pero falta seguir avanzando y sacando partido de todo ese mar de datos con tanto potencial.

A su vez, necesitamos gestores de ciudades que conozcan las necesidades de los ciudadanos y los recursos disponibles con los que se cuenta. Pero sobre todo, que conozcan el potencial que la tecnología es capaz de aportar. Un buen uso de la tecnología se convierte en un multiplicador de los recursos y, por lo tanto, de la mejora en los servicios a los ciudadanos. Innovación y tecnología tienen que venir de la mano en la evolución de una gran ciudad. Y todo ello debe ser acompañado por portales de rendición de cuentas (transparencia). Todo gobierno de una ciudad debe hacerse público para mostrar a sus ciudadanos el impacto de sus inversiones, apostando así por un gobierno más abierto y transparente.

Autora: Patricia Tejado

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