Retos del sector financiero
“Ojalá te toque vivir tiempos interesantes” reza una antigua maldición china. Al sector financiero le ha tocado vivir tiempos interesantes… y no tanto por la actual situación de pandemia, que no ayuda, si no por el entorno económico en el que se ha visto envuelto durante la última década y media.
Son muchas las dinámicas que han afectado al sector. Y sin ambición de ser exhaustivos, sirva esta entrada para recoger algunas reflexiones sobre los retos y oportunidades a las que se enfrenta.
El sector financiero, y en particular la banca, atraviesa un momento de profunda transformación. Su modelo de negocio se ha visto estresado por tres tendencias globales. En primer lugar, el escenario de bajos tipos de interés, consecuencia de la necesidad de estimular el crecimiento económico. En segundo lugar, un incremento de la presión regulatoria consecuencia de la crisis económica de 2008. En tercer y último lugar, el entorno competitivo caracterizado por la entrada de nuevos actores que, mediante el uso intensivo de nuevas tecnologías, amenazan un mercado que hasta la fecha podía considerarse exclusivo.
La situación de bajos tipos de interés durante largos periodos de tiempo (LIRE), consecuencia de un bajo crecimiento económico, supone un riesgo la rentabilidad de las entidades financieras. Si bien a corto plazo los bajos tipos de interés suponen un estímulo a la demanda, una reducción de riesgos en las operaciones, así como unos menores costes de financiación, la curva de interés juega a la contra del margen neto de interés, lo cual impacta sobre todo a las entidades cuyo principal modelo de negocio son los depósitos, aquellos de menor tamaño o con una menor capitalización.
Por otro lado, el incremento de presión regulatoria desplegado a raíz de las pasadas crisis con el fin de reducir el riesgo sistémico del sistema financiero, si bien ha conseguido mejorar la resiliencia de las entidades, como contrapartida ha incrementado los costes, afectando de nuevo a la rentabilidad, así como a la competitividad frente a otros actores.
Ambos factores se completan con la irrupción en el mercado de nuevos actores (Fintech y Bigtech) que, armados con los nuevos avances tecnológicos y con una visión distinta del modelo de negocio, suponen una clara amenaza para las entidades tradicionales. Sobre todo en productos y servicios en los cuales la barrera de entrada es menor y las cargas regulatorias son menos exigentes (medios de pago, créditos al consumo, etc.)
La respuesta natural
Como respuesta ante este escenario, las entidades financieras tradicionales han desplegado diferentes estrategias.
Por una parte, se ha estimulado la concentración de entidades, mediante procesos de fusión y adquisición. Cuando los márgenes se reducen, el volumen es importante. Las sinergias permiten obtener reducciones de costes estructurales y operativos.
Por otra, un incremento en la reducción de costes. En este aspecto, la demografía y la incorporación al mercado de un cliente cada vez más digitalizado permite la reducción de las redes comerciales y la transformación hacia productos puramente digitales.
Si bien estas estrategias son una respuesta natural, se ha demostrado insuficiente para enfrentarse al escenario competitivo planteado por los nuevos actores. Así, las principales entidades del sector han reconocido la necesidad de abordar profundos procesos de transformación que les permitan hacer frente a la propuesta de valor de las Fintech, y sobre todo, las Bigtech.
Transformándose
Esta trasformación digital presenta varias dimensiones. De forma resumida, se trata de reconocer la necesidad de cambiar el foco de diseñar, desplegar y comercializar productos financieros a satisfacer las necesidades y expectativas del cliente/usuario.
Aparte del cambio cultural, la modificación de los procesos de negocio y la tecnología juega un papel fundamental en esta estrategia.
Conocer las necesidades y expectativas del cliente ya no depende de una red comercial cercana en una oficina bancaria. Se fundamenta en plataformas y ecosistemas muy complejos que recaban toda la información posible del cliente/usuario (big data) y la analiza (machine learning) con el objetivo de personalizar la oferta, su experiencia, la relación.
Ecosistemas y plataformas que ya no se albergan en CPDs masivos y propietarios, si no en instancias y sistemas en la nube, lo que permite disfrutar de la potencia de cálculo, almacenamiento y comunicación a unas economías de escala inalcanzables con medios propios.
Procesos que se persiguen automatizar al máximo (machine learning, técnicas cognitivas, RPA, etc..), mejorando la calidad al tiempo que se reducen los costes de operación.
Retos tecnológicos
Frente a las promesas de la tecnología y su capacidad de transformación, encontrar nuevos retos… y retos transformados.
En primer lugar, la privacidad cobra especial relevancia en este ecosistema de explotación masiva de datos de clientes/usuarios. Independientemente de los aspectos regulatorios, la confianza del cliente/usuario es un activo que se fundamenta, entre otros factores, en la correcta gestión de sus datos y en la garantía de que los mismos tienen un uso legítimo y justificado.
En segundo lugar, la correcta aplicación de las técnicas de big data e inteligencia artificial, de forma que revierta en un beneficio real para el cliente/usuario, garantizando la equidad de los algoritmos, así como la explicabilidad de los mismos.
Y para todo ello, es condición necesaria (aunque no suficiente), garantizar la ciberseguridad. La superficie de exposición de las entidades crece al ritmo que avanza el proceso de transformación digital, aumentando los riesgos, requiriendo adoptar nuevas estrategias y herramientas para gestionarlos.
Autor: Roberto López Navarro.