Flexibilidad, colaboración e innovación tecnológica, claves para que el sector de la distribución y comercialización energética pueda cumplir los objetivos de sostenibilidad para 2030

Flexibilidad, colaboración e innovación tecnológica, claves para que el sector de la distribución y comercialización energética pueda cumplir los objetivos de sostenibilidad para 2030

El evento ha reunido a la asociación de empresas eléctricas ASEME, a las compañías Axpo, Cepsa, E-REDES, Enagas, Enel, Engie, Fortia, Visalia, I-DE (Grupo Iberdrola), Podo, Redexis, Soltec y UFD (Grupo Naturgy); así como a proveedores tecnológicos como GMV.

La plataforma enerTIC ha organizado un nuevo desayuno-coloquio que en esta ocasión ha llevado por título: “Nuevos retos y oportunidades en el avance de la transformación del sector energético en el ámbito de la distribución y comercialización de la energía”. El evento ha reunido a la asociación de empresas eléctricas ASEME, a las compañías Axpo, Cepsa, E-REDES, Enagas, Enel, Engie, Fortia, Visalia, I-DE (Grupo Iberdrola), Podo, Redexis, Soltec y UFD (Grupo Naturgy); así como a proveedores tecnológicos como GMV, con el fin de compartir los principales desafíos a los que se enfrenta este sector de cara a los próximos años.

Mayor presencia de las energías renovables

El pasado mes de enero la Comisión Europea (CE) dio su respaldo a la propuesta de actualización del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) para el periodo 2023-2030 que le había remitido el Gobierno español el año anterior. En él se establecen una serie de medidas actualizadas con respecto al documento suscrito en 2020. Una de ellas es el incremento del porcentaje de energías renovables en el ámbito de la generación eléctrica, pasando del 74% al 81%, con aumentos en las perspectivas de potencia instalada para todas las energías renovables.

Precisamente, cumplir ese requisito es el desafío más importante al que ahora se enfrentan las distribuidoras de energía en España, según explicaron los asistentes al coloquio. Y es que tienen que adaptar sus redes para integrar las energías renovables. Para ello, han de dotar a su sistema de gestión de una mayor flexibilidad, optimizando la energía producida, aumentando la seguridad y reduciendo al máximo las pérdidas. Esto pasa por crear nuevas redes más modernas y sustituir las existentes. No en vano, el 40% de la red energética europea tiene más de 40 años, según explicaron los asistentes al coloquio.

Para cumplir este requisito, es imprescindible avanzar por el camino de la transformación digital y la innovación. Eso incluye automatizar la red de distribución, especialmente en el tramo de baja tensión, que es el más cercano al consumidor final. También se puso de manifiesto la importancia de implantar herramientas tecnológicas para poder volcar las energías renovables al sistema, especialmente la eólica y la fotovoltaica, sin olvidar otras alternativas como el hidrógeno y el biometano, de las cuales reclamaron desarrollos normativos específicos.

Precisamente, la regulación es otro de los aspectos que también se abordaron durante el coloquio, pues su rigidez está encorsetando la capacidad de creación e innovación del sector de la distribución. Habría, por tanto, que establecer un marco normativo estable que fomente la inversión a largo plazo, simplificando los procesos de permisos y licencias y mejorando el acceso a la financiación. En otras palabras, es preciso que los reguladores establezcan una hoja de ruta clara que siente las bases del futuro del sector energético.

El camino de las comercializadoras

Durante el coloquio, las empresas comercializadoras también expusieron sus principales desafíos, los cuales pasan, en primer lugar, por establecer un marco de diálogo y colaboración con las distribuidoras energéticas para poder cumplir las regulaciones y hacer frente a las necesidades de los consumidores finales.

Sin embargo, el reto más importante que tienen como empresas es adaptarse a los cambios vertiginosos de la sociedad. El consumidor ha dejado de ser un sujeto pasivo y ahora es capaz de generar su propia energía. De hecho, del 3% de la energía que proviene del autoconsumo, el 17% corresponde al autoconsumo doméstico. Gestionar adecuadamente esta situación sin complicar la vida a los usuarios finales es un reto para las comercializadoras, que tienen que adaptar su infraestructura a esta nueva realidad.

En este camino la tecnología también es un aliado importante para las comercializadoras. La implementación de contadores inteligentes y sistemas avanzados de gestión de la demanda les permite no sólo un seguimiento más preciso del consumo energético, sino también una interacción más dinámica y personalizada con el consumidor. Estas tecnologías facilitan la implantación de tarifas dinámicas que pueden incentivar el uso eficiente de la energía y, a su vez, optimizar la red eléctrica al reducir los picos de demanda.

Además, la digitalización y la inteligencia artificial desempeñan un papel crucial en el análisis de grandes volúmenes de datos, permitiendo a las comercializadoras predecir patrones de consumo y ajustar su oferta energética de manera más eficaz. Esta capacidad de predicción no sólo mejora la gestión del suministro, sino que también abre la puerta a nuevos modelos de negocio basados en servicios de valor añadido para el consumidor como el mantenimiento predictivo o la gestión personalizada de la energía.

Por otro lado, la integración de sistemas de almacenamiento energético, tanto desde el punto de vista doméstico como en la red general, surge como una solución fundamental para gestionar la integración de las fuentes renovables. La capacidad de almacenar energía en momentos de alta producción y baja demanda, para luego utilizarla en picos de consumo, es clave para mantener la estabilidad de la red y asegurar un suministro constante a los usuarios, según explicaron los asistentes al coloquio. Esto, a su vez, requiere de una normativa que reconozca y promueva el papel del almacenamiento energético, incluyendo incentivos para su adopción tanto por parte de las empresas como de los consumidores.

Finalmente, es imprescindible que todas las partes involucradas en la industria energética (gobiernos, reguladores, empresas y consumidores) trabajen de manera conjunta para superar los desafíos técnicos y regulatorios que plantea esta nueva era energética. Sólo a través de una colaboración estrecha y un compromiso compartido será posible alcanzar un sistema energético más resiliente, sostenible y adaptado a los requerimientos que el sector tendrá que cumplir en 2030.

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